sábado, 26 de mayo de 2018


MARCO TEÓRICO DEL ANTEPROYECTO

“Disminución de la contaminación del aire, a través de la inversión en tecnologías limpias”


Los ciclos químicos que se producen en el planeta se ven continuamente alterados por las actividades humanas y estas alteraciones pueden degradar la calidad de la vida, debido a que, en la mayoría de los casos, como las emisiones de los automóviles, superan la cantidad de autolimpieza del aire de nuestras ciudades.

El uso de la energía influye prácticamente en todos los ámbitos medioambientales, se analizan los distintos tipos de energía y las fuentes de suministro energético actual como: los combustibles fósiles, energía nuclear, energías renovables. En cada uno de los tipos de energía se analizan las ventajas y desventajas que ofrece cada una de ellas.

Aunque el aire dispone de mecanismos naturales de limpieza, en algunas ocasiones la concentración de estos contaminantes es tan elevada que la atmósfera no puede eliminarlos. Viene muy bien presentado mediante esquemas sencillos y tablas aclaratorias. Nosotros somos capaces de disminuir estos efectos, pero para que los sistemas de control aplicados resulten efectivos primero debemos comprender la química asociada a los procesos que queremos controlar.

La rápida industrialización ha dado lugar a innumerables accidentes que han contaminado los recursos terrestres, atmosféricos y acuáticos con materiales tóxicos y otros contaminantes, amenazando a las personas y los ecosistemas con graves riesgos para la salud. El uso cada vez más generalizado e intensivo de materiales y energía ha originado una creciente presión en la calidad de los ecosistemas locales, regionales y mundiales.

La gestión de la contaminación atmosférica pretende la eliminación, o la reducción hasta niveles aceptables, de aquellos agentes (gases, partículas en suspensión, elementos físicos y hasta cierto agentes biológicos) cuya presencia en la atmósfera puede ocasionar efectos adversos en la salud de las personas (irritación, aumento de la incidencia o prevalencia de enfermedades respiratorias, morbilidad, cáncer, exceso de mortalidad) o en su bienestar (efectos sensoriales, interferencias con la visibilidad), efectos perjudiciales sobre la vida de las plantas y de los animales, daños a materiales de valor económico para la sociedad y daños al medio ambiente (modificaciones climatológicas).
Los contaminantes atmosféricos se clasifican normalmente en: partículas en suspensión (polvo, nieblas, humos), contaminantes gaseosos (gases y vapores) y olores.

La vigilancia de la calidad del aire tiene como objetivo conservar la pureza ambiental estableciendo los límites tolerables de contaminación y dejando en manos de las administraciones locales y los contaminadores el diseño y la adopción de medidas para garantizar que no se supere ese grado de contaminación.

La gestión de la contaminación atmosférica exige, por tanto, un planteamiento multidisciplinario, así como los esfuerzos conjuntos de diferentes entidades, tanto públicas como privadas.

Entre las medidas típicas de vigilancia de la calidad atmosférica se encuentran los controles de las propias fuentes como, por ejemplo, uso obligatorio de catalizadores en los vehículos o imposición de límites a las emisiones de los incineradores, planificación del uso del suelo, cierre de fábricas o reducción de tráfico en condiciones climáticas desfavorables.

El control óptimo de la calidad atmosférica exige que se reduzcan al mínimo las emisiones contaminantes a la atmósfera. Estos mínimos se definen básicamente como el nivel de contaminación que se permite a cada fuente emisora y pueden alcanzarse, por ejemplo, utilizando sistemas confinados o instalando colectores y depuradores de alta eficiencia. Un límite de emisión se expresa como la cantidad o la concentración de contaminante que se permite como máximo a una sola fuente. Este tipo de legislación implica la necesidad de decidir, para cada industria, la forma óptima de controlar las emisiones (es decir, fijando unos límites de emisión).

Las medidas para controlar las emisiones de los vehículos consisten en programas adecuados y eficientes de inspección y mantenimiento obligatorios para el parque de vehículos existente, programas de instalación obligatoria de catalizadores en los nuevos coches fabricados, sustitución de los vehículos con motor de combustión por vehículos accionados con energía solar o baterías, regulación del tráfico de carretera y modelos de planificación del transporte y del uso de suelo (Madrid, 2004).

Las emisiones de los motores de los vehículos se controlan vigilando las emisiones asociadas al parámetro ‘milla recorrida por vehículo’ (VMT) y el propio parámetro VMT (Walsh 1992). Las emisiones por VMT pueden reducirse controlando el rendimiento del vehículo (estructura y mantenimiento), ya sea nuevo o usado.

Se puede controlar la composición de la gasolina con plomo empleada como combustible, reduciendo el contenido en plomo o azufre, lo cual tendrá, a su vez, un efecto beneficioso, disminuyendo las emisiones de hidrocarburos (HC) de los vehículos. La reducción del contenido de azufre en el gasóleo para disminuir la emisión de partículas contaminantes tiene el efecto beneficioso de aumentar el potencial para el control catalítico de la emisión de estas partículas y de HC orgánicos.

Otra importante herramienta para reducir las emisiones por evaporación y reposición del combustible de los vehículos es controlando la volatilidad de la gasolina. De esta forma pueden reducirse considerablemente las emisiones de HC por evaporación. La adición de sustancias oxigenadas a la gasolina reduce el contenido de HC y CO en los gases de escape siempre que no aumente la volatilidad del combustible. La reducción del valor VMT es otro medio de controlar las emisiones de los vehículos mediante estrategias como las siguientes:

• Utilizar medios de transporte más eficientes;
• Aumentar el número medio de pasajeros por vehículo;
• Distribuir las sobrecargas de tráfico en horas punta,
• Reducir la demanda de desplazamiento.

Aunque estas estrategias promueven el ahorro de combustible, todavía no han sido ampliamente aceptadas, ni los gobiernos se han planteado seriamente su implantación. Todas estas soluciones tecnológicas y políticas al problema de los vehículos motorizados, excepto la sustitución por coches eléctricos, se ven contrarrestadas cada vez más por el crecimiento del parque móvil, de manera que sólo abordando este último aspecto podrá resolverse el problema (Spiegel and Maystre, 2000).

En las grandes ciudades la contaminación del aire proviene principalmente del sector transporte, debido a deficiencias en su administración, manifestadas en fallas en el sistema de transporte público, congestionamiento vial y mayores distancias recorridas en los vehículos automotores; todo ello asociado a una flota vehicular con tasa de renovación poco dinámicas que impiden el uso generalizado de tecnologías de menores emisiones y mayor rendimiento energético.

De acuerdo con CTS-EMBARQ México, el transporte representa una de las principales fuentes de emisiones y consumo energético en el país, en 2006 generó el 20% de las emisiones totales de Gases de Efecto Invernadero (GEI), además de que consume el 95% de la gasolina del país.
El parque vehicular total en 2010 se conformaba por más de 24 millones de unidades, con una proyección de casi 54 millones para 2035.

Por ende, para reducir la contaminación del aire se requiere una estrategia integral, con metas a corto, mediano y largo plazo. Es necesario diseñar una política integral de transporte cuyos componentes principales sean la introducción de tecnologías más limpias y la disponibilidad de mejores combustibles.

Además, la introducción de tecnologías más eficientes requiere de la disponibilidad de combustibles más limpios, con un menor contenido de azufre, de ahí la relación que las normas de emisiones tienen con la calidad de los combustibles y el cumplimiento de la norma que establece la calidad de los combustibles que deben ser distribuidos a nivel nacional desde el 2009.

Al respecto, la industria automotriz ha establecido su compromiso con la innovación tecnológica y con el desarrollo de vehículos más eficientes en el uso de combustible y, por ende, con menores emisiones.

Por ello es importante la gestación de un modelo de desarrollo compartido industria-gobierno, donde el este implemente políticas públicas para apoyar la investigación y el desarrollo de tecnologías revolucionarias y promueva la introducción en el mercado de dichos vehículos mediante apoyos en infraestructura, incentivos y disponibilidad de combustibles adecuados (CEMDA, 2000).

No hay comentarios:

Publicar un comentario